Viento

El 12.03.22 tuvo lugar en Barcelona una lectura colectiva de 15 poetas y escritores a partir de mis dibujos. Aquí mi traducción del hermoso texto de Iordanis Papadopoulos.

 

Árboles-Natalía

 

Te imagino extendiendo papeles por el suelo, caminando por encima, atravesando bosques, campos de carbón encendido, mares. Te tramo.

 

Mientras escribes, allí donde pisas, brotan árboles. Haces magia como una nueva forma de escritura. Sobre el vidrio de tu mesa, sobre la pared del patio, trazas sombras y fragmentos, sobre papeles, sobre aparatos, en tu cabeza y en tus zapatos. Gotas.

 

Elevas árboles. Ligeramente inclinada contemplas ídolos. Tu naturaleza y tu lugar en ella vinieron antes. Tu lugar en la naturaleza. Una colina fría, bosquejada a tu espalda. No te pesa. Es un nuevo sistema de gravedad.  No vives en el vacío, ni tienes frío.  Es un nuevo sistema de intercambio de la materia. Antes de todo y sobre todo, la curva de tu cabeza, la inclinación del cuerpo, el abrir y cerrar del ojo, tus dedos antes de coger el lápiz, todo está dictado por materialidad y por apertura. Luego, mientras escribes, no hay mirada, ni materia, sólo conceptos sencillos como las primeras máquinas. Con cuñas de ruptura y fracturas produces una obra improvisada de sobrevivencia. Ejecutas ejercicios de transcripción y das formas a niveles. inclinados. Te elevas en círculos.

 

Como dardos celestes se te caen encima el desencadenante, el color y el tono. Te atraviesan y te bajan al suelo con el papel. Borradores y errores. Ese failagainfailbetter es la contraseña para iniciar sesiones, cerrar círculos y redes. No sientes seguridad. Todavía sufres de cargas y recurres al arte del artificio. Te polarizas, pero no mueres. Buenos testigos externos en el papel de malos conductores. Los árboles se erigen ante ti. No estás segura si se trata de un bloque o de un escudo, de un ambiente exclusivamente natural o artificial, de un logro personal o de una burbuja colectiva. Entre ellos derivas.

 

Detrás de los árboles, la luz, y tú sigues. Piensas Debo al menos estar a tiempo para la luz. Estás de pie detrás de la ventana este. Te presionas para estar de pie siempre más pronto. Lo logras. Antes del amanecer, haces la misma apuesta. La luz es el premio. Apuestas que transcribirás un documento metafísico extremadamente convincente: tu camino exacto desde un lado del papel al otro. Un mecanismo de trazabilidad anterior a cualquier gesto, a cualquier estilo. Tienes prisa de reflejarlo antes de que queme texturas y colores. No entiendes exactamente – y tienes toda la razón – qué quiere decir ‘estar a tiempo para la luz´. Pero sabes perfectamente que sin los árboles a tu alrededor no moverías ni un dedo, no habría ninguna perspectiva de atravesar espacios. En cada momento cruzas al otro lado.

 

Iordanis Papadopoulos

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